Ciudad Juárez.- Tiene 23 años y ya ha conseguido destacarse en uno de los deportes extremos quizá más emblemáticos de las zonas desérticas alrededor del mundo: el sandboarding.

Cuando Diego Luévano tenía 17 años, un taller a cargo del gobierno del estado llegó hasta su preparatoria, el CBTIS 128, para ofrecer a los jóvenes enseñarles a crear su propia tabla además de mostrarles el deporte y él ingresó sin saber que se convertiría en un estilo de vida.

Empezó a acudir a las prácticas, y el grupo que les enseñaba vio talento en él, y le invitó a continuar con ellos más allá del taller; incluso le ofrecieron ir por él hasta su casa y facilitarle lo necesario para que pudiera entrenar. Sin pensarlo dos veces, aceptó.

“Cuando estás allá arriba no te importa nada, solo son tú, tu tabla y la naturaleza”, explica a RevistaNet sobre su experiencia al entrenar o competir.

Admite que inicialmente no se trataba más que de un entretenido (y laborioso) pasatiempo, pero en cierta ocasión, en una edición del evento Aventura en Dunas, que solía organizarse con gran convocatoria en la ahora zona protegida, vio deslizarse a quien se convertiría en su ejemplo a seguir: el brasileño Digiácomo Dias, tetracampeón mundial de la disciplina.

Relató que verlo deslizarse, hacer piruetas y saber que es, en realidad, bicampeón mundial, le abrió los ojos y le hizo saber que podría hacerse una carrera practicando sandboarding, y su escenario serían las dunas de Samalayuca.

Sin embargo, tratar de trascender a lo largo de estos años no ha sido cosa sencilla, pues además de destacar dentro del deporte, Diego busca que éste se conozca más en toda la región, ya que, dice con humildad, “a quién voy a enseñar si nadie viene a practicar”.

La práctica de este deporte se enfrenta a varios desafíos, entre ellos el costo del equipo para ello así como el acceso a las dunas pues una vez que se declararon área natural protegida, el tipo de administración cambió y se debieron tomar medidas para tratar a la zona como tal, entre ellas el incremento en el costo del acceso.

Diego comenta que él y su equipo financiaban su actividad, tanto su propia práctica como el enseñar a otros el deporte, a través de una cooperación simbólica de quienes desearan aprender; sin embargo al convertirse las dunas en un área protegida, debieron dejar de hacerlo para no lucrar con ellas.

“Entonces es más difícil, porque así, en lugar de poder ir y llevar gente cada fin de semana, pues ya había veces en que no podíamos ir”, se lamentó, pues cuando llegaban turistas interesados en el sandboarding, no sólo del estado, sino de todo el país y hasta del sur del continente, no siempre coincidían con una ocasión en que ellos pudieran costear el viaje.

Además acepta que el sandboarding es “algo así como un gusto adquirido”, ya que además del costo que representa comprar la indumentaria para poder practicarlo, es necesario caminar un largo rato para encontrar dunas grandes sobre las cuales deslizarse.

“Caminas horas, por unos segundos; pero vale la pena”, asegura y destaca, sobre todo, el impresionante paisaje que se puede observar principalmente en las noches de luna llena, cuando menciona que las dunas adoptan su más brillante tono blanco.

Este joven deportista, ha logrado, sin embargo, colocarse entre los primeros lugares en competencias nacionales, convirtiéndose así en el mejor rider de Ciudad Juárez con lo que ha vivido grandes satisfacciones, entre ellas competir lado a lado con el atleta que lo inspiró.

“Fue de lo mejor. Yo lo había visto desde abajo… Y luego poder llegar a competir, estar lado a lado, como iguales… pues, te emocionas… Obviamente demostró por qué es el campeón del mundo, pero la experiencia fue muy emocionante”, comparte entre risas, pues él y los demás competidores se vieron ampliamente superados.

Diego desea continuar por el camino de este deporte, desea encontrar a alguien que, como él, demuestre talento y guiarlo, así como hicieron con él y le abrieron las puertas al mundo del deporte extremo en arena.

Así mismo, le gustaría encontrar la forma de hacer crecer la difusión de la práctica del sandboarding y así conseguir patrocinadores para quienes lo necesiten.

Incluso, comparte, cree que sería muy positivo que se manejara una marca local de tablas de sandboarding, pues actualmente las que se utilizan, tan solo para práctica, pueden ser muy costosas, aunque sean de marca mexicana, por lo que considera que una marca local, al lograr enfocarse más en la funcionalidad que en el diseño, podría bajar los precios y lograr un nuevo impulso.

Asegura que hay muchas personas, locales y extranjeras, interesadas en las dunas tanto como destino turístico como zona de práctica del deporte extremo, por lo que confía poder empatar intereses con las autoridades a cargo de esta zona protegida para lograr allanar las dificultades que se pudieran presentar en el camino.

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