El riesgo de una decisión equivocada es preferible al terror de la indecisión. Maimónides, filósofo cordobés.

Vaya tromba que, en días pasados, nos dejó caer la madre naturaleza (ahorita está volviendo a llover con truenos y "rempálagos, es momingo"), la mayoría de los obsoletos servicios públicos, para variar, se colapsaron y la mejor frontera de México, según los doctos, se desquició, enloqueció por muchas horas y muchos juarenses sufrieron daños en sus casas-habitación, desgraciada o afortunadamente, ningún mortal o país, por poderosos que se sientan, pueden controlar las fuerzas naturales.

La otra tromba que por muchos días tuvo a los fronterizos en ascuas, sin poder dormir, con susidio, preocupados, desesperados, con el Jesús en la boca, fue la política electoral, pues las autoridades encargadas de dar a conocer quienes había sido el candidote ganador de la presidencia municipal, se vieron en la oprobiosa necesidad de contar un titipuchal de votos, no obstante que los ciudadanos del Bravo, habían decidido quien los gobierne municipalmente, en los próximos 3 años 3.

Para las autoridades electorales, también fueron muchos días de sufrimiento, de zozobra, ante el grave problema que tenían ante sus ojos, sus ábacos, sus calculadoras, sus computadoras; no hallaban qué hacer, respetar la voluntad ciudadana o hacer alguna triquiñuela en favor de algunos de los candidotes a la presidencia municipal de la tierra del cerro Bola, era una difícil decisión.

Afortunadamente, después de muchos días y tras un exhaustivo conteo, la autoridad electoral tomó al toro por los cuernos y la decisión final fue en favor del candidote del llamado movimiento de regeneración nacional (que no partido), conocido como Morena, con la oportunidad para el independiente, de que pueda pedir legalmente, en otras instancias, la intervención de las autoridades correspondientes, porque no quedó convencido de que la tendencia ciudadana del pasado primero de julio, no le favoreció.

Y no hay peor lucha que la que no se hace, en eso estamos de acuerdo con el jefe de la comuna, pero cuando las autoridades que vigilan el proceso electoral de la A la Z, entregan la constancia ganadora, ya no hay mucho qué hacer; ya lo dice er sabio refrán popular: Palo dao ni Dios lo quita.

Qué sigue, pues que tanto a nivel federal, estatal y municipal, gobernantes morenos, prietos o güeros, conjuntamente con los gobernados, nos pongamos a trabajar (hasta escalofrío nos dio) para beneficio de todos y no solamente de unos cuantos o para favorecer a las viejas y nuevas élites privilegiadas a quienes, por ahorro de tiempo y espacio, no señalaremos en esta ocasión. Vale.

P. D.- Sigue tronando.

Por Cuauhtémoc Monreal Rocha

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