A mundo un cambio de nosotros mismos es más necesario que cambiar de escenario. Arthur Christopher Benson, ensayista inglés.

El domingo electoral nos mantuvo ocupados hasta bien entrada la noche, espero que tú amable lectora (or) hayas salido, como el resto de los ciudadanos mexicanos, a votar por el candidote de tu preferencia y no nos vayas a salir con tu domingo... primero.

Como hacía muchos sexenios, en los comicios federales, estatales o municipales, no se había podido vencer a su majestad el abstencionismo y por fin, en estas elecciones del 2018, los ciudadanos salieron, si no en tumulto sí en orden a depositar su voto, resultando vencedor para ocupar la Silla Embrujada de Palacio Nacional, tú ya sabes quién o lo que es lo mismo, Andrés Manuel López Obrador.

De esta manera y haciendo gala de en una auténtica democracia, el pueblo de México, puede decir a voz en cuello "Alea jacta est" o sea, la suerte está echada para los próximos 6 años 6 y todos los mexicanos, como uno solo, deberemos, primero, tratar de cambiar nuestra mentalidad valemadrista y segundo, ayudar a gobernar a quien se ha elegido como el próximo Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.

Todo cambio, se presume, debe ser para bien, pero si no comenzamos a cambiar nosotros mismos como nación, seguiremos en las "mesmas" y seguiremos siendo víctimas de nuestros gobernantes, funcionarios públicos, políticos de todas layas y de las élites empresariales y clericales, que tienen a los mexicanos sumidos en la pobreza, en la desesperación y en la inseguridad.

Bienvenido el nuevo gobierno, iniciemos todos juntos un auténtico cambio nacional, hagámoslo nosotros mismos como seres pensantes y responsables de nuestro futuro y rescatemos el prestigio que antaño, México, tenía como nación, de lo contrario seguiremos fracasando en el concierto internacional de las naciones.

En cuanto al cambio municipal, aún la diosa Fortuna, no ha dicho, hasta el momento de hacer esta colaboración, esta boca es mía, esperaremos los resultados oficiales y que sea lo que Dios quiera. Vale.

Por Cuauhtémoc Monreal Rocha

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