Es bien sabido que la calidad en la salud que actualmente gozamos una buena parte de la población, con sus excepciones, debido a que el sistema de salud nacional en ocasiones no llega hasta los más desprotegidos, pero en general, es bastante aceptable y eso es debido, en la mayoría de los casos, a que como mexicanos recibimos por lo menos las vacunas del cuadro básico cuando somos niños lo que de alguna suerte nos protege contra muy diversas enfermedades que, de otra forma, nos aquejarían de forma importante, por ello es necesario reconocer que aunque sea en esto la autoridad si está cumpliendo.

Sin embargo últimamente están surgiendo corrientes de pensamiento que afirman que las vacunas en lugar de beneficiar a la salud de la población, la perjudican, a grado tal que existe gente que de plano opta por no acudir a las clínicas de salud a aplicarle los biológicos a sus hijos pensando que es mejor regresar a lo natural, además de que creen firmemente que eso les traerá beneficios, cosa que esta comprobado no es así, incluso existe gente en la actualidad que esta postrada en una silla de ruedas porque de pequeño sus padres no quisieron que es le aplicara, por ejemplo la vacuna contra la polio y por lo mismo la desarrolló dejándolo en condiciones de desventaja para poder salir adelante.

Pero este fenómeno no se presenta solamente en nuestro país, sino que tiene ya algunos años que se registra en distintos puntos del mundo incluidos los desarrollados como Estados Unidos, cuya población esta cayendo en esta tendencia que en nada beneficia a sus hijos y si los perjudica, pues por algo, al momento en que se empezaron a desarrollar las vacunas, algunas enfermedades llegaron a desaparecer de distintas naciones del mundo, a grado tal que, la gente se preocupaba más por otras cosas, más que en la salud, esa como que ya la daban por conseguida.

Y es que según una nota publicada por el periódico Excélsior; países que ayudaron en la creación de las vacunas están enfrentando en la actualidad un movimiento anti vacuna, lo que está provocando que enfermedades como sarampión, paperas, tosferina, rubeola entre otras, estén de regreso, y la tendencia parece que en lugar de disminuir va en aumento, pues cada vez más personas lo llevan a la práctica arriesgando a sus hijos a sufrir secuelas de algún padecimiento o incluso llevándolos a la muerte.

Según la publicación, un estudio de la revista especializada EBioMedicina, afirma que es en Europa donde existe un mayor rechazo a las vacunas. Los habitantes de las principales ciudades desconfían de la seguridad de estas herramientas médicas y por eso se sumaron al movimiento sin tomar en cuenta el impacto de tal decisión.

Por su parte investigadores de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical en Londres, centraron su trabajo en conocer qué piensa la gente acerca de la seguridad y efectividad de las vacunas y descubrieron que muchas de las personas entrevistadas creen que no son importantes e, incluso que nos con compatibles con sus creencias religiosas.

Aparentemente todo este movimiento tiene como base lo publicado en 1998 por el medico Andrew Wakfield, que aseguraba que la vacuna triple vírica estaba asociada a la aparición de autismo en los niños. Muchos de quienes no confían en las vacunas toman lo dicho por Wakfield, para asegurar que los biológicos son perjudiciales, ello pese a que una investigación periodística realizada en 2007, reveló que el médico en mención, había manipulado los datos de los participantes para obtener resultados y poder demandar a las farmacéuticas que fabricaban vacunas.

Últimamente también es hasta cierto punto común leer comentarios en redes sociales que apoyan la creencia de que las vacunas provocan más perjuicios que beneficios a la salud, lo que por alguna razón están encontrando eco en una parte de la población, aun y cuando quienes los escriben y sus seguidores cuentan con todo su cuadro de vacunación que los ha protegido de desarrollar alguna enfermedad, lo malo es que su nueva creencia la aplican en sus hijos, que son los que, a final de cuentas, padecerán en caso de que sus padres comprendan que estaban equivocados.

Por supuesto no soy médico como para asegurar una información u otra, pero como la mayoría de la población recibí las vacunas en tiempo y momento y eso me ha mantenido al margen de los padecimientos para los que fui inmunizado, y seguramente mucha gente está en igual circunstancia, por lo mismo me resulta sumamente difícil de creer que alguien dude de la efectividad de las vacunas.

En resumen tenemos derecho a dudar de lo que queramos, siempre y cuando no pongamos en peligro la salud de quienes se supone son las personas que más queremos, al menos esa es la idea…

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