En 2017 la economía de Venezuela tuvo una contracción del 14.0% y si se suma a la de los tres años anteriores la caída del PIB es de 35.0%. En 2018 se espera sea del 15.0% y en cinco años disminuya en 50.0%, según la firma venezolana Ecoanalítica.

Los especialistas internacionales asumen se trata de una de las más dramáticas reducciones de una economía en los últimos 50 años en América Latina. Y añaden que esto resulta todavía más extraño ante la enorme riqueza petrolera de ese país.

La inflación en 2017 fue de 2,700% y se calcula que en 2018 sea de 13,000%. Los expertos señalan que el hundimiento de la economía no se explica por la caída de la producción y los precios del petróleo, que se ha dado, sino por el disfuncional modelo económico que impulsa el régimen de la revolución bolivariana.

A finales del año pasado la extracción diaria de petróleo era de 1.86 barriles que implica una reducción de 300,000 barriles con relación al año pasado, de acuerdo a datos de la OPEP. El precio de barril venezolano ronda en los 60 dólares que es bueno en las actuales circunstancias.

El panorama cambiario se rige por los muy altos niveles de de corrupción de parte de los altos cargos del gobierno y el Ejército. La tasa oficial es de 10 bolívares por dólar, pero el precio del dólar negro, que alimenta todos los circuitos económicos, ronda en los 120,000 bolívares.

Expertos estiman que, en los años de la revolución chavista, la nueva burguesía bolivariana, los allegados a Hugo Chávez y Nicolás Maduro, han robado a las arcas públicas, a través del cambio del dólar, más de 200,000 millones de dólares. ¿En qué paraíso fiscales está ese dinero?

El gobierno a través del Ejército controla todas las exportaciones y los puertos de entrada de las mercancías al país. Esto se ha prestado a una corrupción galopante de la que se benefician los altos cargos militares y los funcionarios civiles. En estos cinco últimos años el índice de desabastecimiento es del 50.0%.

Lo que queda del sector privado vive constreñido y bajo permanente presión del gobierno que interviene constante y erróneamente en la actividad económica que incluye, entre otras cosas, realizar confiscaciones, para supuestamente bajar los precios, pero siempre sin éxito alguno.

El resultado inmediato del desastre económico son las muy graves consecuencias económicas que resultan ya muy evidentes y que desde ya se traducen en falta de alimentos, en desabasto de medicinas, en el regreso de enfermedades que hace décadas habían sido superadas y en un recrudecimiento de la violencia.

Los expertos consideran que a pesar de la dramática caída del PIB es posible que con un programa económico sensato, alejado del dogmatismo bolivariano, en menos de dos años, algunos hablan de meses, se lograría reencauzar la economía y resolver los problemas sociales más urgentes. Urge que eso ocurra. El actual gobierno es incapaz de hacerlo.

Rubén Aguilar Valenzuela

Twitter: @RubenAguilar

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