Anteriormente un buen vecino era quien de entrada, tenía una buena relación con el resto de personas que vivían a su alrededor, por lo mismo el saludo no faltaba, además por de que por supuesto en lo que podía ayudaba, por ejemplo estando al pendiente de alguna casa por la razón de que estaría sola debido a que el propietario estaría ausente por alguna situación como vacaciones o salida por cuestiones de trabajo; prestando alguna herramienta para el arreglo del jardín, ayudando en cuestiones de mecánica, avisando al vecino de alguna actividad inusual en su casa durante su ausencia, en fin el propósito era ayudar. Eso era antes porque ahora, como están las cosas, un buen vecino es quien no se mete con nadie, ni para bien ni para mal, por lo mismo no saluda, ni siquiera conoce a quienes viven en su alrededor ni le interesa, no es capaz de ayudar a sus vecinos ni con el mas mínimo favor, como quien dice no hace un mal, pero tampoco un bien, ese tipo de actitudes en nada ayuda a la convivencia social, pues está visto que necesitamos de los demás para poder conseguir nuestras metas particulares, de otra forma no se puede o se batalla más.

Es necesario aclarar que todavía existen vecinos que si tienen esa actitud de servicio, pero desafortunadamente ya son los menos, y ello podría deberse a que esa confianza que se tenía en los demás fue traicionada en algún momento y por eso ya no es tan fácil confiar o decidir ayudar; y es que en ocasiones se han presentado casos, por ejemplo cuando alguien está pidiendo que le presten cables para pasar corriente, pero cuando se detiene alguien a brindar la ayuda resulta que todo se trata de un asalto, y quien pasa por una experiencia así difícilmente vuelve a confiar en alguien que solicite ayuda, o tantas veces que gente pide para poner gasolina porque supuestamente se le quedó el carro sin combustible, lo malo es que esa misma persona nos la volvemos a encontrar en otro crucero con la misma problemática, en fin eso merma la confianza de cualquiera.

Pero también están otros casos en que la gente es ingrata porque esa es su forma de ser y no hace un favor simplemente porque no le nace, pero eso sí, si alguien lo ayuda reciben con gusto el apoyo, nada más que se le olvida corresponder cuando le toca al otro estar en desventaja, en esos casos ni se acerca aun cuando se da perfectamente cuenta de lo que le está pasando a quien anteriormente le ayudó.

Y aunque sabemos que necesitamos de los demás cada vez es más notorio que cada quien jala para su lado, olvidándose si afecta a otros o no.

Es el caso de la gente que tiene algún festejo y no le importa si sus invitados invaden los lugares de estacionamiento que corresponden a sus vecinos y si alguno se atreve a solicitarle que le pida a sus amigos que le deje su lugar, se molesta y hasta pleito puede haber, también está el que cree que la música que a él le gusta es la que a todos los vecinos también encanta y le sube a todo lo que da su equipo de sonido molestando a los demás; en estos casos existe una ley de ecología que prohíbe que la música se suba por encima de ciertos límites y a ciertas horas, por lo que quien padezca seguido de esta molestia puede denunciar y la Dirección de Ecología aplicará una sanción que va de los 700 pesos hasta lo más de 1500 pesos, aclarando que no aplica de forma inmediata sino que se acude al lugar que el quejoso indica y se le invita a quien tiene el sonido muy alto a que lo baje, de no hacerlo se le obligara y si reincide entonces se aplica dicha sanción.

Y aunque es bueno que se tenga esta ley o reglamento, lo ideal sería que tomáramos en cuanta a los demás, no solo en los casos de música a todo volumen, sino en general en la convivencia vecinal, pues no sabemos en qué momento los podemos necesitar, pero si no estamos dispuestos a hacerles ni el más pequeño favor, seguramente ellos tampoco, así que empecemos a retomar la buena costumbre que caracterizaba a los juarenses, mismos que desinteresadamente ayudaban al que lo requería sin esperar nada a cambio, al menos esa es la idea…

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